Poder de Persona

Durante la exitosa insurrección filipina de 1986 el término “poder de personas” fue acuñado para indicar el poder impresionante disponible para los ciudadanos cuando actúan colectivamente. Pero como el Cardenal Sin señaló durante el alzamiento en masa, “Fue increíble. Eran dos millones de decisiones independientes. Cada uno decía, en su corazón, ‘yo haré esto,’ y salieron.” En otras palabras, aun el poder colectivo de la gente requiere de la contribución de individuos, o lo que nos gusta denominar “poder de persona.” Gandhi, Thoreau y otros vieron que el testimonio de una sola persona (piensa, por ejemplo, en el todavía anónimo ‘hombre del tanque’ de la Plaza de Tiananmen) puede confrontar al poder del estado y cobrar victoria cuando las circunstancias son adecuadas. Además, existe un potencial prácticamente ilimitado dentro del individuo humano, y el reconocimiento de dicho potencial es la característica principal de la “nueva historia”: el descubrimiento de las capacidades frecuentemente pasadas por alto dentro de cada uno de nosotros, especialmente la capacidad de “fuerza de alma,” la cual, como Gandhi dijo, es nuestra característica que nos define como seres humanos. La “fuerza del alma” es una traducción común en español del concepto de Satyagraha. Y sólo es el individuo quien tiene alma – ¡las corporaciones, no!

Enfatizando la importancia central del poder de persona no ignoramos lo significantes que son los números en ciertas circunstancias, pero no vemos sólo a los números como el recurso de los grupos oprimidos. Los números, cuando son necesarios, frecuentemente se mueven hacia individuos importantes – piensen en Gandhi y sus setenta marchas dejando el ashram en la famosa marcha de la sal, cuyo número se aproximó a 70,000 personas cuando llegaron al mar en Dandin. Los números pueden ser críticos pero al final, Gandhi pensaba, “los cobardes se regocijan en los números; los valientes se deleitan en pelear por sí solos.”